martes, 13 de junio de 2017

Cuentos que sanan - ACEPTARSE, CONOCERSE


ACEPTARSE, CONOCERSE 

 


Nunca hago nada bien, en realidad siempre es lo que me dijeron , de pequeña, la que brilla es mi hermana, desde el momento de nacer a ella siempre , le dijeron que era hermosa, inteligente, bella, cuando yo nací, quede muy opacada por la belleza de ella, mi abuela con cariño, y creo que sin querer me decía …pobrecita tiene carita de mono…

Siempre sentí que mi hermana, hizo y hace todo lo posible para que yo no pueda hacer ni decir nada que la opaque, ella tiene que brillar, yo crecí bajo su sombra, es un tema muy doloroso para mi, pero me siento ese patito feo del cuento, que no se por que camino ir, todo me cuesta mas, me siento menos, disminuida, rechazada, y soy muy acomplejada…

Quizás estas leyendo este testimonio de vida, y puedes identificarte con las palabras de dolor, de alguien que siente una enorme desventaja frente a otro ser que destaca. No es fácil reconocer estas vivencias que muchas veces están escondidas en nuestro mundo interno, y no sabemos como mirarlas.

Los sentimientos de inferioridad, son muy destructivos y hasta paralizantes. El sentimiento de sentirme “menos que”, nos conduce a mirar la vida desde un lugar donde otros pueden y logran y yo no…

¿Donde estará escrito “quien“ es mas que “quien”?

¿Es acaso lo que “tengo” lo que me hacer “ser”?

¿Soy “alguien” a partir de lo que logro? Y en tal caso ¿qué es un logro?

¿Si valoras tu mismo quien eres , no crees que lograras mas cosas?

Quien no se quiere “se anula” , no se da posibilidades , se estanca, porque intenta todo el tiempo, no ser quien es, rechazando su naturaleza, su ser su escencia.

Nos han ensenado que querernos, muchas veces, es un acto de egoísmo, pero a muchos se les ha ido la mano, y se abandonaron a si mismos, poniendo todo hacia afuera, observando como los demás si logran y YO NO.

Culpabilidades, inseguridades, rigidez, inhibición de sentimientos, la falta de amor a uno mismo es una tortura diaria, que conduce a vivir una vida fuera de los vínculos, de los valores, del sentido de vida.

Ojos vivaces, postura erguida, pronunciación clara, andar resuelto, son algunos de los síntomas de una persona que ha trabajado en si misma y en su valor, en la autoconfianza y el respeto a uno mismo.

Es un camino, que debes comenzar, solo aquel que es capaz de valorarse mas allá de los éxitos o fracasos, de los errores o sus imperfecciones, solo aquel que puede abrazarse primero así mismo, será el que puede abrazar a otro.

La vida es 10 por ciento lo que me sucede y 90 por ciento cómo reacciono a ello. La actitud es más importante que las circunstancias, los fracasos y los éxitos, lo que otra gente piensa, dice o hace. No puedo cambiar el pasado, controlar el futuro o cómo actuará otra persona, sólo puedo observar mi propia actitud; todo depende de mí, porque yo estoy a cargo de mi mismo, soy MI RESPONSABILIDAD…



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lunes, 5 de junio de 2017

Cuentos que Sanan - El Buscador





Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente sabe qué es lo que está buscando,

es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención.
Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invita a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción…

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía: Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas.

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años… Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar dijo el buscador.
- ¿Qué pasa con este pueblo?
- ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?
- ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?
- ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente?
- ¿Qué los ha obligado a construir un cementerio de chicos?

El anciano se sonrió y dijo:
- Puede Ud. serenarse.
- No hay tal maldición.
- Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre.
- Le contaré.

Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia, y se enamoró de ella.
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?
¿Una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?
Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso
¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?
¿Y el casamiento de los amigos?
¿Y el viaje más deseado?
¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?
¿Horas?, ¿días?
Así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos cada momento.


Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.


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